Mayor riesgo de suicidio en pacientes con síndrome de piernas inquietas: así lo advierte un equipo de investigadores de China y Estados Unidos. El síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico en el que los pacientes experimentan sensaciones desagradables como hormigueo, picazón y dolor en los músculos de las piernas al relajarse. Esto conduce a una necesidad a menudo involuntaria e inconsciente de moverse. Porque sólo si los afectados se mueven podrán aliviar los síntomas. Las consecuencias no son sólo el agotamiento físico, sino también el sufrimiento psicológico.
Mayor riesgo de suicidio: los pacientes con síndrome de piernas inquietas sufren trastornos del sueño
Los pacientes con SPI tienen una necesidad de moverse que no pueden reprimir. Sólo ocurre cuando el cuerpo se relaja, es decir, al estar acostado, sentado o de pie, y mejora con el movimiento. Los síntomas empeoran por la tarde y por la noche.a los trastornos del sueñopuede liderar. Los propios pacientes no son conscientes de que se mueven involuntariamente después de quedarse dormidos y que esto provoca que casi se despierten una y otra vez durante la noche. Los cambios en el comportamiento del sueño pueden alterar permanentemente el ciclo del sueño y afectar el sueño nocturno. El agotamiento físico provoca un cansancio constante y reduce el rendimiento diurno. Algunas personas pueden tolerar la enfermedad hasta cierto punto, otras la padecen gravemente. Un nuevo estudio demuestra que esta misma incapacidad para calmarse puede causar problemas de salud mental. Se encontró un mayor riesgo de suicidio en casi todos los pacientes estudiados.
Sin tratamiento, la enfermedad crónica pone en peligro la vida
Para muchos, la enfermedad puede parecer un simple inconveniente. Incluso las familias de los afectados no siempre pueden empatizar con la situación. De hecho, la enfermedad puede afectar significativamente la calidad de vida y provocar una depresión grave, que a su vez puede poner en peligro la vida. Además, la insuficiencia renal o la diabetes pueden desencadenar el síndrome de piernas inquietas. Por tanto, se asocia un mayor riesgo de suicidio con las tres enfermedades.
El tratamiento puede aliviar los síntomas, pero en muchos casos el diagnóstico resulta problemático. La razón es muy sencilla: los afectados no siempre pueden relacionar el hormigueo con el cansancio y, por tanto, no informan al médico.